Es una entrevista al escritor Amos Oz en Barcelona.
HUMOR DIVINO.
"Un día paseando por Jerusalén me crucé, (¿en qué otra ciudad del mundo podría encontrarlo?), con Dios. Le invité a café y hablamos como dos viejos amigos sobre lo divino y lo humano y al final le dije: Amigo Dios, siempre había querido preguntarte cuál es la religión que más se acerca a ti: ¿El judaísmo, el cristianismo, el islamismo...?´ Dios me confesó de entrada que Él era poco religioso y, al final, acabó reconociendo: Hijo mío, creo que incluso soy un poco ateo. Y eso mismo es lo que yo creo: "seguramente, Dios es ateo." Oz responde así, recordando un espléndido cuento suyo, a mi pregunta sobre su fe religiosa. Y, después de una larga pausa, añade sonriendo: "El humor es el mejor antídoto contra el fanatismo".
Estoy convencido de que Dios estaría de acuerdo.
AMOS OZ, PREMIO INTERNACIONAL CATALUNYA 2004
"Dios es ateo"
Tengo 65 años: soy más viejo que mi país. Nací en Jerusalén, comedia multiétnica que a veces acaba en tragedia. Casado hace 45 años con la misma mujer: el mérito es suyo. Tengo 3 hijos y
4 nietos. Ni blanco ni negro: a mí me interesan todos los matices del gris. Cada lengua es un instrumento musical: pequeños o grandes cada uno es irrepetible Yo de niño quería ser bombero. Por el uniforme. ¿Sabe? A las niñas les encantaba. -Y no tuvo suerte. -Tuve que conformarme con el plan B: ser escritor. No seduciría con botones dorados, pero sí con bellas palabras. ¿Y le funciona? -Hoy mi forma de ser bombero es intentar que mis lectores se comprendan mejor a sí mismos y a sus prójimos y así vivan de forma más profunda. Que vivan más. -¿Cómo lo intenta? -Vivo junto al desierto. Al alba me levanto y vago sin rumbo por él. Trato de oír. -¿qué?
-Al volver a casa, pongo las noticias de las 6 y están los políticos llenándose la boca de palabras: "Para siempre..."; "Nunca más..." y entonces escucho reírse a las piedras de ese desierto que es el mismo hace 100.000 años. -¿Y después? -Ya estoy preparado para escribir, que es aburridísimo. Intento juntar palabras. A veces estoy toda la mañana sin hacer nada. Ni una línea. Me quedo mirando la pared. -¿No se siente frustrado? -Esos vacíos son tan necesarios como las mañanas en que acabo una novela. También son escribir. Después me voy a un café. -¿A perder el tiempo? -No. En Israel cualquier desconocido habla a cualquiera: "¿Ha visto el periódico? ¡Este Gobierno está loco!". Sólo quieren que les des la razón. Nadie escucha a nadie, pero yo sí. Yo me gano la vida escuchándoles. -¿Porque le pagan el café? -No, pero tocan con nuevas notas el mismo pequeño instrumento que yo: el hebreo. -Pequeño instrumento. –No importa. Ocho millones de hablantes son más de los que hablaban inglés cuando Shakespeare escribió su obra.
Pero aunque fueran menos: sólo un idiota pensaría que un instrumento produce mejor música por ser más grande o una lengua mejor literatura por tener más hablantes. -Le aseguro que hay muchos idiotas.
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